Lo admito. Siempre estuve celoso de las rosas de Tsu-Ling. Sí, yo todos los días espió por un agujero las rosas de  él, pero no fue mi intención escuchar la conversación de Tsu-Ling y Feng. La verdad es que no me pude detener cuando empezaron a hablar. Cuando vi que el sabio Feng venía para mi casa, me  hice el disimulado y me fui a sentar en el sillón. Realmente tenía miedo de que me hubieran visto y quisieran interrogarme. A los pocos minutos, escuchí el timbre. Mis preocupaciones habían sido confirmadas: era el sabio Feng. "Buenos días, mi querido Pao". Dijo íl. Lamento molestarlo¿Podría pasar?.
 Tenía un gran presentimiento de que me iba a preguntar sobre las rosas y al mismo tiempo tiempo sentía un gran miedo: Sí, sí, pase dije un poco temeroso.
 Nos sentamos en el sillón y  lo preguntó  si sabía algo sobre las rosas de Tsu-Ling. Le respondí que no, que apreciaba mucho sus rosas como para destruirlas. Hablamos un rato sobre ella. Lo invité a retirarse con un poco de apuro.
 Al otro día, me volví a fijar por el agujero, pero esta vez Feng estaba cavando un pozo y Tsu-Ling no parecía muy contento con la idea. Luego de un rato me aburrí y decidí irme; pero cuando di la vuelta escuché un grito. Era Tsu-Ling que confesaba que había matado a su esposa. Salí corriendo hacia mi casa. No todos los días escucho que alguien confiese un asesinato.
 Hace varios días dejé de ver por ese agujero. Hasta que un día volví a hacerlo, pero Tsu-Ling no estaba. Así que fui a ver lo que  pasaba. Feng me vio y me dijo :¿Ya te enteraste?. Tsu-Ling había muerto. Me que dé impresionado. Fui a mi casa. Me acosté en la cama y me dije: Aunque Tsu-Ling haya muerto, mis rosas nunca serán tan buenas como las de él.
                                    



                                                                      fin


                                                                       

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